Atención plena. El arte de vivir en el presente

Si ayer hablábamos de Slow Parenting, o educación a fuego lento, hoy vamos a hablar de la atención plena. La atención plena no es más que ser conscientes de vivir el presente. Si estamos lavándonos los dientes, por ejemplo, ser conscientes de cada movimiento, de como cada diente es cepillado, vivir el presente en plenitud. Una experiencia tan sencilla, mecánica y monótona como lavarse los dientes se transformará en una experiencia nueva. Imagínate si algo tan simple puede convertirse en algo nuevo que pasará si aplicas la atención plena a los asuntos importantes: jugar con nuestros hijos, contar un cuento, hablar en la sobre mesa en familia. Se convertirán en experiencias extraordinarias.

Muchas veces, la mayoría, por no decir siempre, jugamos con nuestros hijos mientras contestamos al teléfono, sacamos el pan del congelador para la cena y le regañamos por quitarse los calcetines. Eso no es
atención plena, es jugar, si y es bueno, pero hoy estamos hablando de poner los cinco sentidos en esa actividad. Básicamente lo que hacen los niños, ellos lo hacen sin darse cuenta, somos los alumnos los que hemos perdido la práctica a base de esforzarnos en ser "multitarea". Los niños juegan en plenitud, "lo viven", tanto es así que muchas veces aprovechamos esa concentración total en su actividad para que hagan lo que nosotros queramos. Un ejemplo: dejarle un juguete para que se distraiga y coma. El niño está tan metido en su juego que le da igual que le des de comer o no (situación que las mamás utilizamos para que se termine el plato entero, por supuesto, y ponemos toda nuestra atención en que eso sea así).


La atención plena requiere práctica y cierto esfuerzo por parte del adulto. Es bueno, de vez en cuando desconectar el móvil, realmente no va a pasar nada urgente en ese momento, no va a ser en esa media hora cuando se incendie la oficina... Apagar la televisión es fundamental, no, tampoco pasa nada, lo bueno de la tele es que nunca se enfada... Olvidar la agenda, si, ni trabajo, ni comida de mañana, ni lavadora. Una hora, media hora para estar en familia, jugar al parchís, leer un cuento, tocar la guitarra (aquí me gustaría decir to play, como utiliza el mundo anglosajón, que le da un carácter mucho más lúdico a la música, muy distinto del concepto que tenemos en el mundo hispano, tocar requiere un esfuerzo, to play es jugar, pero supongo que eso da para otro post).

En resumen, desconectar las redes sociales, el móvil y la televisión. Olvidar que la semana ha sido muy dura y la que viene será parecida. Disfrutar de nuestros hijos media hora (por favor, no es tiempo de calidad, es sólo media hora de juego) Escuchar sus historias, aunque las cuenten con lengua de trapo, reír y disfrutar de ese breve instante que se pasa y ya no vuelve más. Disfrutar el presente con atención plena: vivir ahora.

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